viernes, 30 de septiembre de 2011

En las entrañas del Aneto

Foto: Jorge D. Cartiel. Bomberos Zaragoza
El Periódico de Aragón. R. Martí
El Pirineo aragonés está plagado de bellos tesoros escondidos en sus entrañas. El agua a los largo de miles de años ha convertido la roca caliza en un gran queso de gruyere. Los ejemplos más conocidos son los de complejos subterráneos de Lecherines, Las Fuentes de Escuaín o Arañonera. El valle de Benasque también tienen sus joyas calizas. Es el Sistema de Alba, debajo del Macizo del Aneto. Con sus 550 metros de desnivel, constituye una de las cavidades más visitadas del Pirineo.

La Cueva de Alba esta al noreste de los Baños de Benasque, muy cerca de las Fuentes del Alba y constituye un largo itinerario por galerías inactivas, salas de bloques y diversos conductos de reducidas dimensiones. En este privilegiado lugar el Espeleo Socorro Aragonés junto al Servicio de Montaña de la Guardia Civil, organizó el pasado fin de semana un ejercicio práctico de rescate con 101 personas.

"El ejercicio consistió en evacuar a dos heridos ficticios. Uno desde la cota -220 metros, efectuando la evacuación por la entrada inferior del sistema, superando 330 metros de desnivel y 1.750 metros de recorrido", explica Mario Gisbert, coordinador técnico del Espeleo Socorro Aragonés. "En el segundo ejercicio se evacuó a dos heridos desde un punto de vista localizado a 1.000 metros de la boca inferior, hasta el exterior", apunta.

El puesto de control se colocó bajo los Baños de Benasque y a unos 25 minutos andando de la entrada de la cavidad. "Los tramos desfondados, los diversos pozos y resaltes y la estrecha diaclasa final incrementaron la dificultad de trasladar una camilla por los diversos conductos semihorizontales caóticos y que con sus numerosos desplomes, obligaron a buscar pasos entre bloques". También hubo que soportar las bajas temperaturas en el interior de la cavidad. Intervinieron grupos de rescate de Madrid, Valencia, el País Vasco, Cataluña y Toledo.

Desarrollo
Se formaron nueve equipos de evacuación, dos de comunicaciones, dos médicos y uno de desobstrucción. También se organizó un equipo logístico. El ejercicio práctico comenzó el sábado a las ocho de la mañana y finalizó el domingo a las diez.
La práctica de la espeleología conlleva un riesgo por la propia naturaleza de la actividad. "En Aragón se acentúa dicho riesgo debido al elevado número de cavidades de alta dificultad y a la gran cantidad de espeleólogos que cada año efectúan sus exploraciones y visitas a nuestro territorio. Estos factores aumentan considerablemente las posibilidades de accidente", afirma Gisbert.

El riesgo potencial de accidente es alto al ser cavidades de alta montaña y, por lo tanto, con bastantes dificultades técnicas, bajas temperaturas, ríos subterráneos susceptibles de crecidas y en los que se permanece muchas horas.
El Espeleo Socorro Aragonés es el grupo operativo de la territorial y tiene 25 años de vida. Auxilia a todas aquellas personas prioritariamente federadas que hayan sufrido algún percance durante la práctica de la espeleología y el descenso de barrancos. Cuenta con el apoyo de las Unidades de Montaña de la Guardia Civil y del Grupo de Rescate Vertical de Bomberos de Zaragoza. Este año también se han organizado otras dos actividades. "Se hizo una práctica de espeleo-socorro en el barranco de Aguaré y a primeros de año en la entrada de la Cueva del Gato, en Épila", afirma.

Gisbert afirma que en sus 25 años de vida, las técnicas y los materiales empleados en el espeleo-socorro han evolucionado. "Por un lado, por la cada vez mayor complejidad de algunos rescates y, por otra, por la investigación y preparación de las personas involucradas". Gibert explica que hay rescates en que se han movilizado hasta 300 personas. "Recuerdo el de un espeleobuceador, que estuvo cuatro días atrapado en la Surgencia de Escuain en el 2001", dice Gibert.

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